viernes, 10 de septiembre de 2010

Seguía con el gato en sus brazos
- Pobre desgraciado - dijo,haciéndole cosquillas en la cabeza -, pobre desgraciado que ni siquiere tiene nombre. Pero no tengo ningún dereho a ponérselo: tendrá que esperar a ser el gato de alguien. Nos encontramos un día junto al río, pero ninguno de los dos le pertenece al otro. Él es independiente, y yo también.
No quiero poseer nada hasta que encuentre un lugar en donde yo esté en mi lugar y las cosas estén en el suyo. Todavía no estoy segura de dónde está ese lugar. Pero sé qué aspecto tiene.
- Sonrió, y dejó caer el gato al suelo -. Es como Tiffany's - dijo-.
¿Sabes esos días en los que te viene malea?
- ¿Algo así como cuando te sientes morriña?
- No- dijo lentamente- No, la morriña te viene porque has engordado o porque llueve muchos días seguidos. Te quedas triste, pero nada más. Pero la malea es horrible. Te entra miedo y te pones a sudar horrores, pero no sabes de qué tienes miedo. Sólo que va a pasar alguna cosa mala, pero no sabes cuál.¿Has tenido esa sensación?
- Muy amenudo. Hay quienes lo llaman angst
- De acuerdo. Angst. Pero ¿como le pones remedio?
- no sé, a veces ayuda una copa.
- ya lo he probado. También he probado con aspirinas.
He comprobado que lo que mejor me sienta es tomar un taxi e ir a Tiffany's. Me calma de golpe, ese silencio, esa atmósfera tan arrogante; en un sitio así no podría ocurrirte nada malo, sería imposible, en medio de todos esos hombres con los trajes tan elegantes,y ese encantador aroma a plata y a billetero de cocodrilo. Si encontrase un lugar de la vida real donde me sintiera como me siento en Tiffany's, me compraría unos cuantos muebles y le pondría nombre al gato.

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