Temo un día, ese día en el que mi mundo no brille, que la gravedad haya podido con la fuerza de mi sol y la oscuridad invada las tinieblas que conforman mi tierra, levantarme y descubrir que todos esos recuerdos que hemos pintado no han servido para decorar nuestro universo, que los colores de nuestro dibujo se han desgastado por la cobardía de mis gritos. Cuando tu cuerpo no este, y lo vea marcharse en ese último atardecer, cuando tenga que despedirme de tu elegante mirada, de tu placer contenido noche tras noche bajo la almohada imaginándome tranquila entre tus brazos, cálidos. Que no pare, que no pare de brillar, mi noche, que continúes acallando mis revoluciones contra ellos, contra el mundo, contra esta sociedad que cree que sabe de algo, que cree que sabe del amor.
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