¿Cómo pasamos de ser una única pieza
con un lado izquierdo
y derecho
a dos imanes de signo
opuesto?
Eras el hielo y yo el fuego,
o quizá fuera al revés.
Eras la niebla y yo la claridad,
o quizá realmente era al revés.
Yo definitivamente era el candado,
y tu la llave.
Y esa pieza, cariño
de la que hablaba en este fragmento,
se rompió en dos mitades, bien diferenciadas.
¡Y qué divergentes nos volvimos!
Por eso de que cada uno dibujó su puto destino.
Y supongo que ahora no tenemos
ni la mísera fortuna
de mirarnos como desconocidos,
que nunca han conocido la magia de ser
una única persona.
Que triste es eso de tener polos opuestos, cariño.
Que triste es eso de no poder, volver a
rozarnos, porque nuestra íntegra naturaleza
nos impide tocarnos, o al menos,
sin hacer esfuerzo.
Y es que joder, cariño.
Acabo de entender que siempre fuimos eso,
dos polos opuestos, que con esfuerzo
se atraen. ¿Y dónde queda la facilidad
de lo fácil?.
Sólo le pido a dios,
Que sepa explicarte que
realmente el hielo puede acabar con el fuego,
que la claridad puede matar a la niebla y
que hay candados que no entienden de llaves,
y se abren, dando golpes.
Perdóname por ser una de esas fieras
que sacan las garras cuando menos,
te lo esperas.
Perdóname por ser humo, tu humo
que se marchaba, cuando
te acercabas.
Discúlpame por haber
entrado sin llamar.
Y por irme
dando voces.
- Lol.
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