sábado, 7 de mayo de 2016

Era un ocho, de mayo de 1995.

He estado un rato pensando que sería lo primero que te diría hoy, lo he pensado porque por primera vez no sabía que decir. Te quiero. La irracionalidad siempre ha sido nuestro fuerte, los actuares injustificados y las maneras arrolladoras que suponen arrasar con todo lo que vemos. Supongo que somos así, tormentas que a veces chocan y se electrocutan. Puedo enfadarme con la vida y no por ello dejar de quererla. Los malditos recuerdos me la juegan todos los días y me animan para seguir adelante por los que quiero y por los que estáis y nosotras recuerdos tenemos demasiados. Seguramente seré una tonta al pensar que todo sigue igual cuando esto se parece más a Grecia en ruinas que a un corazón impune. A veces las heridas se cierran simplemente con amor, o con decir te quiero y eso lo digo yo, que poco creo en él y pocas veces lo digo. Y sin embargo, a ti te lo he gritado por la calle a pleno pulmón (como una valiente). Te he abrazado desarmada y con todo lo que ello supone, te he crecido mientras yo crecía, porque crecerse significa construirse y yo soy hoy porque tu has estado en mi vida.

Las personas somos estúpidas, y yo me incluyo.
Voy a quedarme detrás por si alguna vez te giras y necesitas que te vuelva a abrazar.
Voy a quedarme detrás por si algún día te caes y no tienes quién te levante.
Voy a quedarme atrás porque... cuando yo digo para siempre, es así.

Puedo enfadarme contigo y no por ello dejar de quererte.
El orgullo es sólo un muro, con puerta, que a veces hay que abrir.

Como cada año, por ser un año más. Feliz cumpleaños, guarra.



Tú, más que nadie sabes lo que supone hoy, día 8. No desaparezcas y sigue haciendo como cada año que este día no sea recordar sólo algo malo.

- Vulnerable, humana y al menos hoy, no invencible - 

No hay comentarios:

Publicar un comentario