Supongo que fue esa energía profética
la que me hizo estrujar las rosas en mi mano,
y el peso del dolor
dio paso a la única, primera
y auténticamente falsa verdad
de que solo fui tu imagen
imaginada en tu bendita imaginación
esa que me pintaba la mirada
y ganaba el mundo.
Esa que me cantaba,
con una leve afonía sentimental
y cerraba los ojos al
besarme
y ahora entiendo que
no me veía a mi.
-Lol.
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