Que
egoístas somos, querida muerte, perdónanos por ser débiles y querer alargar la
alegría, el amor, los recuerdos, el dolor, la amistad, las miradas, el tacto,
la vida. Perdónanos por llorarte cuando apareces y nos coges de la mano incluso
con delicadeza, cuando te lloramos aunque nos invites a bailar en la vida
eterna. Perdónanos por contradecirnos y odiar a tu enemigo, por invocarte en
los peores momentos y luego despreciarte, por llamarte y echar a correr cuando
te acercas, por insultarte, gritarte y después amarte. Perdónanos por temerte y
confundirte con el dolor. Perdónanos por prohibirte y por imponerte, por
pretender ser tus dueños, perdónanos, ya sabes que somos humanos y que tú nos
puedes y perdona a la vida porque a ella nunca le podrás, ella siempre ganará
porque antes de ti, siempre hay vida, porque siempre naces y eso es lo que
merece la pena. Por eso te gritamos, por eso queremos alargar el dolor, por eso
te lloramos, por eso sufrimos porque sabemos que la vida nos gusta y nos
disgusta nos complace y nos insatisface. Porque la vida es un mar, que puede
estar tranquila y levantar de repente un oleaje de sentimientos y que eso nos
gusta porque si sobre-vivimos, querida muerte, si sobre-vivimos sobrevolamos y
no hay cosa que agrade más al ser humano que poder volar y sentir la libertad,
sentir que tú simplemente no estás, que eres indestructible y que ahí arriba
nunca vendrás. Y lo siento, porque solo matas materia y no esencia, y eso te
insatisface también a ti querida muerte, porque una vez más la vida te vence,
mientras hay vida, hay recuerdos, mientras hay vida hay esencia. Mientras hay
vida hay siempre esperanza y la esperanza igual que la vida es contagiosa.
- la xiqueta
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