martes, 5 de abril de 2016

Auto-Ayudarte (y mutuamente)

Él tiene una sonrisa bonita y es el protagonista de infinidad de recuerdos, él ha sido el primero en mucho y seguramente el último (y único) en otras creaciones – con sus respectivas, destrucciones. Y supongo que es por eso, el sentido de especialidad el que impulsa tu inevitable egoísmo, porque tiene una sonrisa bonita y porque ha sido el primero, al menos, en hacerte ver lo bonito de reír y soñar despierto. Y por un segundo fuisteis eternos y fuisteis vosotros, solos, dos siendo uno. Y es eso, el recuerdo, lo que te hace no recordar todo lo que no fuisteis por tu falta de especialidad para contigo misma.

Y es que una persona no te hace sentir especial,
tú eres especial y te dejas ser auténtica con otra persona.

Y es la confianza, y decepción, de volver a meterte en esa habitación que huele a soledad y a sonrisas forzadas la que fuerza tu egoísmo. Y hablo de egoísmo, al menos, recíproco. Porque si uno no quiere, no se deja liar – otra vez – por los malditos recuerdos. Que las conversaciones eternas, repasando que funcionó mal – como si funcionar fuera un verbo objetivo y el bien su necesario acompañante – o que pareció a ojos del resto que funcionó mal, solo sirve para descubrirse a uno mismo, y para poco más. Para llegar a la estúpida conclusión de que volver a intentarlo, siempre es la solución. Y no. Y otra vez, es no. ¿Por qué?

Porque el sentirse especial, no te lo provoca nadie. Porque esa energía, viene de uno mismo y si tú te sientes especial todos los intentos y ataques – aunque sea por medio de la ignorancia – que sufras, te sabrán a poco.

Se llama insatisfacción,
es atrevido,
se llama miedo,
a no volver a sentir que él tiene la sonrisa más bonita del mundo.

Querer a alguien, por si acaso, no es querer. Esperar a que el otro te quiera, no es querer. Yo no sé lo que significa querer, porque de momento no he sabido qué acompaña a mi verbo funcionar. Querer, parece ser que el otro sea antes que tú porque tú estás completa y no tienes necesidad de más.

Cúbrete primero,
Para saber desnudarte después.

¿me explico?

Un día lloré tanto que pasé de princesa a guerrillera. Un clavo, nunca saca otro clavo. La distancia no siempre es física. Despojarse del miedo es necesario para evolucionar. Dos personas pueden estar en un mismo punto y no tener ni un punto en común; y eso se debe al constante cambio. La noria para de girar el día que empiezas a llorar tanto que transformas lo que te hace sufrir y lo cambias por fuerza y para eso es imprescindible averiguar lo que quieres y lo que no quieres para ti.

El día que me volví indestructible fue cuando entendí que cada bonita sonrisa que me encuentro, me aporta algo que me hace especial.

¿Cuál es tu día?

Eh, valiente.







A mi amiga,
una tal Rocío
que ha inspirado esto

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