lunes, 18 de abril de 2016

E.A + I.X

Una noche, no cualquiera, coincidí con Escandar Algeet, para los que no lo sepan, poeta maldito, autor entre otros libros de Un invierno sin sol, libro que por cierto, aún no tengo. Esa coincidencia armónica y bonita inspiró mucho y arrancó ilusiones. Hablo de arrancar porque ese día, por cierto de invierno, yo tenía frío y llevaba el abrigo más cálido del mundo pero yo me sentía congelada por haber perdido algo y por haber sido débil y estúpida durante al menos cinco minutos. Como si tuviera que darme permiso para caerme y permanecer inmóvil durante más de lo necesario par recobrar el aliento. 

Escandar habla de mujeres bonitas con sonrisas grandes, mujeres independientes que beben cervezas como marinos rusos y aman como la vida, de esas por las que te entran ganas de mandar a la mierda la auto-destrucción. Esas que emiten sonidos y aprendes de memoria su voz en formato gemido, en formato susurro y en formato secreto. Esas a las que no tienes cojones a decirle que no a nada porque tienes con su espalda más deudas que las que nadie tendrá jamás con la luna. De esas que le hacen la competencia al amanecer por la ventana. Yo he conocido a esas mujeres, a algunas y me he enamorado de ellas (al menos por horas, por rato, querer a ratos y a pasos). 

Había bebido 3 cervezas, suficientes para preguntarle a E.Algeet qué como era posible - como el mismo dice - amar por encima de todas las cosas. Y, jodiéndome, me dijo que esa era la única forma de hacerlo (de amar). "Por favor, si veis al amor por ahí, decidle que el frío se ha hecho ciudad y yo solo he aprendido a quemarme". El muy cabrón no me dijo que significa por encima ni tampoco a qué se refiere con cosas. No se apiada de los mundanos, ni de los cobardes que solo saben querer a medias o no querer en absoluto. Decidí seguir bebiendo cerveza y me dio un beso la frente, perdonando mi intrusismo.

Irene X. Estaba a mi lado y fue así porque yo fui a buscarla. Le dije tres cosas: que yo también compraba flores los días tristes, que yo también tuve una Ainhoa que murió y que yo quería saber su historia. Ainhoa murió el día que quise ser fuerte y honesta conmigo misma y su historia ya la conozco. Nuestras locuras se asemejan tanto que puedo intuirlo. Las flores siempre se me mueren.


Hoy me siento cansada.
Creo que es por los calmantes.
Y me cuesta pensar,
pero más sentir.



Buenas noches.
Bonitas y 
feos.


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